Sebastián Orellana: la irrupción de una formidable personalidad que promete ofrecer una fulgurante carrera en solitario

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Jugar en casa siempre es un valor extra a la hora de afrontar la presentación de un trabajo artístico. Pero también un compromiso, pues de alguna manera la obligación de agradar y contentar a tu público es mucho mayor. Los lazos de unión de Sebastián Orellana con Granada vienen desde su llegada a España; aquí fue músico residente en Lemon Rock, presentó todos los discos con La BIG Rabia y recorrieron todas las salas de la provincia ofreciendo sus canciones. También es granadino el sello discográfico (Sociedad Fonográfica Subterránea) con el que ha editado sus dos últimos trabajos hasta fecha, su formidable «Dios Perro» y el proyecto Radio Huachaca con el que rinde tributo a Roberto Parra y al folklore chileno en clave de swing y jazz manouche.

Sin embargo, hasta ahora nunca había pisado el legendario escenario de Planta Baja, la sala con más historia de la ciudad. Hasta ahora, porque en menos de un mes han coincidido dos visitas, dos pases dobles para celebrar como se merecía en esta ciudad la despedida de La BIG Rabia y para presentar, unas semanas después, su primer y gran disco, «Dios Perro». Cuatro conciertos con tres llenos hasta la bandera y un casi lleno. Finalmente el polvo del rastro de la desaparición de su enorme combo de punk y bolero ha abierto camino para la irrupción de una formidable personalidad que promete ofrecer una carrera en solitario fulgurante, con una incesante producción que se plasma en los diversos proyectos de los que forma parte.

Promovido por la Sociedad Fonográfica Subterránea, el sello que hace ahora 14 años editara el debut de Guadalupe Plata y que promueve la actividad de algunas de las más interesantes bandas del movimiento musical undeground de la provincia (arropando a Sebastián entre el público, además de Pedro de Dios de Guadalupe, se encontraban miembros de El Osombroso y Sonriente Folk de las Badlands, Uralita, Elemento Deserto, Pelomono, Sunset Riders, L84, Red Passenger y algunas bandas más), el sábado se presentó «Dios Perro» en dos pases, con fantástica afluencia de público (de su público) y notable esfuerzo por parte de la sala dadas las medidas de seguridad y restricciones aún vigentes.

Dos pases, en efecto, muy parecidos y muy distintos a la vez, casi complementarios. Un track list prácticamente similar y dos formas diferentes de afrontar el repertorio; la primera académica y minuciosa, la segunda más pasional y casi perversa. El paso de las horas hizo que las mismas canciones evolucionaran desde el purismo e intimismo del primer show al final demoníaco y festivo del segundo pase. Junto a Sebastián Orellana, que puso una vez más de manifiesto su portentosa voz e imponente técnica fingerpicking con la guitarra (aparte de su solvente y divertida aptitud como frontman), la banda se alimenta de los teclados de Carmen («Carmensita») Morales, el contrabajo y voces de Mario Rodríguez y la batería y percusiones de Pablo Cabra, una sensacional banda de cuatro músicos virtuosos que llevaron al directo a la perfección los muy complejos arreglos de un disco tan elaborado. El muy hermoso instrumental «Casa sola» abría paso a la esperada sucesión de temas de «Dios Perro»; «Paso lento», «Prende la candela» y «Banjo perdido», esos temas tan deudores del Tom Waits que tanto gusta a Orellana o al lirismo de «Cuéntame una historia original».

Para «Luna despierta», la pieza que en el disco interpretan Orellana y Soledad Vélez, se unió a la banda Pilar Angulo para una ejecución ejemplar de tan hermoso tema. Con un público muy entregado, que susurraba la letra de «Cómo no quererte» ante la sorpresa y satisfacción de los músicos, la contención inicial dejó paso el aplastante ritmo de «Entierro del malo», que se abrió paso para cerrar el primer pase en todo lo alto.

En un breve intervalo entre los temas de su LP, Orellana presentó dos canciones nuevas correspondientes a un proyecto acústico que tiene preparado; «Vaso vacío» y «Aquí en febrero». Uno de los momentos álgidos de la noche fue la esperada «Palomita blanca», con unos bellísimos arreglos minimalistas, una letanía en la que Orellana rinde homenaje a los grandes del folklore de su país, como Víctor Jara o Violeta Parra, interpretada con un pasmoso silencio por parte de un público abducido y del todo conectado con la música que salía del escenario.

El contrapunto exuberante y exótico de la noche lo aportaron los componentes de Elemento Deserto, El Oso de Benalúa, Toni Molina y Dani Levy, que junto a Antonio Pelomono subieron para interpretar junto a la banda «Cochinilla blanca», el corrosivo single conjunto editado el mes pasado, difícil albergar tanto talento junto en tan poco espacio. El final tuvo, como no podía ser otra forma, un recuerdo a su banda de siempre, La BIG Rabia, con la ejecución de piezas clásicas de su repertorio como «Hacia el norte» o «Capitán», muy festejadas por su público como era de esperar.

La expectación es grande con los nuevos proyectos en los que sigue trabajando Sebastián Orellana, es de esperar que su idilio con esta ciudad continúe y pronto puedan presentarse con muchos más conciertos de este calibre. Y que su música y su talento cada vez llegue a más y más gente; lo exquisito siempre acaba imponiéndose a lo vulgar, con paso lento, como dice la canción, pero del todo inevitable.

2 comentarios en «Sebastián Orellana: la irrupción de una formidable personalidad que promete ofrecer una fulgurante carrera en solitario»

  1. Gran cantautor y trobador por el mundo.He sequido tu carrera a lo menos 10 años .Se augura un gran futuro con tus temas contigentes de mucha melodias y grandes letras. Mucho exito SEBASTIAN…que tu esfuerzo te lleve muy lejos.

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