La historia de la música popular del siglo XX está forjada a base de grandes nombres que figuran con letras de oro en cualquier antología de los numerosos estilos musicales que la componen, pero también hay otros músicos, verdaderos héroes que muchas veces rivalizaron en cuando a calidad y talento con los más grandes y que han contribuido definitivamente a la evolución del blues, el rock o el jazz, pero que quizá no adquirieron el reconocimiento popular merecido, aunque desde luego que el prestigio entre crítica y público especializado no les es ajeno. Es el caso del clásico del Rhythm & Blues LLoyd Price y del trombonista de jazz Curtis Fuller, ambos fallecidos estos días con 87 y 86 años respectivamente. Cada vez van quedando menos músicos vivos de la generación de los pioneros, por suerte todos ellos con un legado imponente cada vez más accesible y con mejores restauraciones. Sirva de doble tributo este texto para, de alguna manera, reivindicar sus figuras y contribuir modestamente a que no caigan en el olvido.
CURTIS FULLER
El trombonista y compositor Curtis Fuller ha sido uno de los máximos exponentes de su instrumento en el bebop y el hard bop desde los años 50 cuando inició su carrera. Nacido en Detroit en 1934, siempre orgulloso y vinculado al sonido de Motor City, fue hijo de padres jamaicanos y huérfano desde muy pequeño, pasó su infancia en un orfanato. Su pasión por el jazz se inició pronto cuando conoció a Charlie Parker y a Dizzy Gillespie en las emisoras de radio, pero su vida cambió el día que a los 16 años disfrutó del gran referente del trombón en el jazz, el mítico Jay Jay Johnson al verlo en la banda de Illinois Jacquet durante un concierto en Detroit. También ayudó vivir en un epicentro de grandes músicos de su generación, nada menos que Milt Jackson, Thad Jones, Donald Byrd o Paul Chambers coincidieron en escuelas y conservatorios.
«Su sonido fue masivo, impactante e inmediato, una forma de onda que fue calibrada para sobrecargar los sentidos y saturar la cinta magnética que lo capturaba», declaró el trombonista y compositor Jacob Garchik. «En nuestra era de obsesión por la armonía y los compases mixtos, el legado de Curtis Fuller nos recuerda la importancia del sonido». Ryan Keberle, otro destacado trombonista y educador actual, está de acuerdo. «El genio de Curtis Fuller se puede escuchar en el timbre cálido y vibrante de su sonido de trombón y la flotabilidad rítmica, y su sentido del tiempo profundamente oscilante».
Instalado en Detroit en 1955, debutó en el quinteto Yusef Lateef y rápidamente fue reclamado desde Nueva York en 1957 para participar en diversas grabaciones, dada la singularidad de su instrumento empezó pronto a ser un músico cotizado. Con tan sólo 20 años Fuller inició una trepidante carrera musical que ha desarrollado durante décadas. En su primer año como neoyorquino, Fuller grabó una docena de veces como líder o colíder y apareció como acompañante en otras 15 grabaciones, incluida «Blue Train» (Blue Note) de John Coltrane, que el legendario saxofonista siempre ha citado como una de sus grabaciones favoritas. Durante los ensayos, Fuller contó que solo tenía tres horas para aprender las melodías antes de que la banda comenzara a grabar en el estudio de Rudy Van Gelder en New Jersey. Fuller, que tenía 22 años en ese momento, formó parte de una de las formaciones más memorables de la historia del jazz, junto al trompetista Lee Morgan, el bajista Paul Chambers, el pianista Kenny Drew y el baterista Philly Joe Jones, todos dirigidos por el gran Coltrane.
La eclosión de músicos de Detroit en New York fue tal, que por un momento se le llamó la segunda Motor City. A los citados, conviene añadir a Pepper Addams, Kenny Burrell, Ron Carter y los hermanos Jones, incluido el portentoso batería Elvin. Curtis Fuller fue miembro del primer Art Farmer & Benny Golson Jazztet y de Art Blakey & los Jazz Messengers, su verdadero bautismo de oro y la experiencia durante cuatro años que lo consagró como uno de los músicos más relevantes de su generación, participando en «Mosaic» (Blue Note, 1961), «Ugetsu» (Riverside, 1963) o «The African Beat» (Blue Note, 1962).
Aunque siempre se le relacionará con el sello Blue Note, Fuller grabó también para Prestige, Savory, Impulse!, Epic o Atlantic, en definitiva casi todos los grandes sellos de las décadas doradas del jazz. Decenas de recordados LPs como líder forman parte de su legado, entre los que destacan «New Trombone» (Prestige 1957), «The Opener» (Blue Note 1957), «Curtis Fuller Volume 3» (Blue Note 1961), «Cabin in the Sky» (Impulse! 1962) o «Soul Trombone» (Impulse! 1962).
Y casi por centenares se cuentan sus contribuciones a grabaciones lideradas por otros músicos, destacando entre otras muchas «This Is the Moment» de Kenny Dorham (Riverside, 1958), «Groovin’ with Golson» de Benny Golson (New Jazz 1959), «Monday Night at Birdland» de Hank Mobley (Roulette 1959) o «Cat» de Johnny Griffin (Antilles 1991).
«Fuller estaba fuertemente arraigado en los fundamentos del blues, swing y bebop, y sus improvisaciones equilibraban la cabeza y el corazón de una manera convincente», dijo Mark Stryker, autor de Jazz From Detroit. Fuller pasó gran parte de finales de los 60 hasta finales de los 80 de gira con bandas lideradas por leyendas como Dizzy Gillespie y Count Basie, además de actuar con el conjunto colectivo The Timeless All Stars. Nunca cesó en su actividad desde su Detroit natal hasta que en 2010 se le diagnosticó una grave enfermedad que le supuso su retirada activa.
LLOYD PRICE
Lloyd Price nació en Louisiana, en un suburbio de New Orleans en 1933, un año antes que Curtis Fuller. Si nos referíamos a Detroit como uno de los epicentros musicales del siglo XX, qué decir de este estado al sur de los Estados Unidos, desde muy pequeños los niños mamaban y escuchaban música por todos los rincones, muchos de ellos como forma de evasión o, en los guetos y barrios pobres, como forma de vida y una de las pocas oportunidades de desarrollar una carrera profesional con la que pudieran evitar una vida cercana a la delincuencia y las adicciones.
El pasado 3 de mayo se anunció oficialmente por parte de la familia el fallecimiento de Lloyd Price, una leyenda de New Orleans y uno de esos hombres que contribuyeron a engrandecer y dignificar el Rhythm & Blues. Kenneth Gamble, la mitad del legendario equipo de composición y producción Gamble & Huff, ha declarado que Price “No solo era un cantante e intérprete talentoso, Lloyd también era un compositor habilidoso: «Personality» era un portento de canción, así como otras muchas. Siempre positivo y edificante, Lloyd era una fuerza de la naturaleza intrépida e independiente… un original «.
Como otros muchos, se inició en los coros de góspel de su iglesia mientras crecía, destacando rápidamente por su prodigiosa voz. Enamorado del sonido único y emergente de Nueva Orleans durante la década de los 40, con tan sólo 19 años obtuvo su primer número uno “Lawdy Miss Clawdy” en 1952, lanzado a través de Specialty Records, con sede en Los Ángeles. Para cualquier músico de New Orleans era un orgullo y síntoma de prestigio llegar a grabar para Specility, el sello que publicaba discos de los grandes referentes de Price en estos primeros años: Sam Cooke & The Soul Stirrels, Roy Milton o Jimmy Loggins.
Los siguientes singles que publicó «Oooh-Oooh-Oooh», «Ain’t It a Shame» y Tell Me Pretty Baby», grabados con el acompañamiento y bajo la supervisión de Dave Bartholomew y Fats Domino, llegaron al top 10 de R&B entre 1952 y 1953, convirtiendo a Lloyd Price en la gran promesa del sello y su gran apuesta para la inminente eclosión del Rock & Roll. Pero la mala fortuna se cruzó en su camino, Lloyd Price fue reclutado para el ejército y a su vuelta se encontró con que dos vendavales llamados Little Richard y Larry Williams eclosionaron de forma tan brutal que prácticamente no dejaron espacio para el resto de rockers del sello. Lloyd Price tuvo que volver a empezar y dejarse la piel por volver a hacerse hueco.
Price entendió que, ante la imposibilidad de competir con Richard, para volver a triunfar necesitaba cambiar de aires, por lo que firmó por KCR Records (selló que él mismo fundó junto a sus socios sus socios Harold Logan y Bill Boskent) donde volvió a copar las listas en 1957 con «Just Because». Con distribución a través de ABC Records, KRC emitió varios clásicos más de Price: el éxito de 1958 «Stagger Lee» (versión de una canción popular sobre un asesinato en la vida real) o su primer LP «Mr. Personality» (que le valió el sobrenombre de Mr. Personality que le acompañaría de por vida). Pero fue en 1961 con «The Exciting Lloyd Price» para ABC Paramount cuando publicó su LP más recordado y con el que obtuvo mayor popularidad. En 1962, Price fundó Double L Records con Harold Logan, el gran Wilson Pickett hizo su debut discográfico en este sello.
La falta de un éxito continuado hizo que su carrera se resintiera y durante las décadas siguientes alternara su vocación musical con otros negocios; emprendedor infatigable, abrió un club en la ciudad de Nueva York llamado Turntable y profundizó en varias otras empresas comerciales, incluida la construcción para construir viviendas asequibles en Nueva York y una línea de productos alimenticios al estilo sureño. También ayudó al mencionado a promover combates de boxeo, incluido el histórico Rumble in the Jungle de 1974 entre Muhammad Ali y George Foreman en Kinshasa, Zaire, así como el memorable festival de música Zaire 74 que acompañó a ese combate con Bill Withers, James Brown, BB King, The Spinners y Miriam Makeba entre otros.
Además de ser incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll en 1998, Price recibió el Premio Pioneer de la Fundación Rhythm and Blues en 1994, ingresó al Salón de la Fama de la Música de Louisiana en 2010 (el mismo año en que interpretó «Stagger Lee» en el final de la primera temporada de la serie de HBO Treme) y fue incluido en el Salón de la Fama Nacional del Rhythm & Blues en 2019. Publicó su autobiografía, «Lawdy Miss Clawdy: The True King of the 50’s – The Lloyd Price Story» con el co-autor William Waller a través de Lloyd Price Books en 2009.