Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story by Martin Scorsese (2019)
Pese a las reticencias iniciales entre ciertos aficionados, se está indudablemente ante un extraordinario monumento erigido al que fue uno de los grandes acontecimientos de la historia del rock, la Rolling Thunder Revue de 1975 (no se hace ninguna referencia en la pelÃcula a la de 76). Ya empieza a ser costumbre el sobresaliente nivel de los documentos de época que Dylan y Scorsese (juntos o por separado) ofrecen periódicamente, pero solamente los números musicales de Dylan y su impresionante banda (impactante Scarlet Rivera), valen su peso en oro.
Sobrecogedoras en especial «When I Paint My Masterpiece», «One More Cup of Coffee», «Isis», «She Belongs to Me», o «The Lonesome Death of Hattie Carroll», el cancionero habitual de esa época del de Minnesota o una brutal «Hurricane», en las que Dylan canta con una furia desbocada y demuestra por qué es uno de los grandes intérpretes (no sólo songwriter) que ha dado el rock. También sus dúos con Joan Baez (nacieron para cantar juntos, pese a todo), «I Shall Be Released» o «I Dreamed I Saw St. Augustine» son más que emotivos. «Toca una canción protesta», le espeta un espectador; y va y tocan «Oh Sister», genial. «Dylan Presidente» le grita otro… «¿Presidente de qué?».
El minucioso trabajo de investigación y rescate documental de época es también digno de elogio, todas las apariciones de Patti Smith (endemoniado su «Archer Songs»), Allen Ginsberg, Rambling Jack Elliott, Joni Mitchell y su «Coyote» junto a Dylan y McGuinn en la habitación del hotel (uno de los grandes momentos de la pelÃcula). Y por supuesto la road movie con el propio Dylan al volante, acudiendo a tocar a sitios inauditos y muy simbólicos, como un auditorio de un centro cÃvico, una reserva de indÃgenas (maravillosa escena también con Dylan tocando el «The Ballad of Ira Hayes» de Peter LaFarge) o una cárcel con la presencia del propio Hurricane Carter.
La parte que generó más controversia tras el estreno son los fakes premeditados, personajes inventados (Stephen Van Dorp, por ejemplo, el supuesto cameraman, el polÃtico Tanner o el productor) o hechos narrados que no ocurrieron exactamente asÃ, como todo lo relativo a Sharon Stone (cual «F. For Fake» de Welles, por ejemplo). Pero de alguna manera no deja de ser un vehÃculo perfectamente válido para contar una historia fundamentalmente cierta y, en cualquier caso, esa mezcla documental y ficción no deja de ofrecer un producto de máximo disfrute realizado con máxima complicidad entre Dylan y Scorsese y absolutamente veraz. Que la gira fue una ruina es sabido, no importa que quien lo cuente sea un productor ficticio que querÃa que se tocara en grandes estadios (cosa que también es cierta).
En cuanto al maestro Scorsese, la pelÃcula de nuevo cuanta con una planificación y montaje fuera de serie, rescatando entrevistas a San Sheppard o Hurricane Carter; cada número musical dura lo suficiente para poder disfrutarlo sin que el ritmo se resienta. El film transcurre en un suspiro y las imágenes de época tienen una calidad notable (por no hablar del sonido). El caos de la gira se sugiere de forma absolutamente armoniosa gracias el talento narrativo que posee este gran genio del cine insertando perfectamente todo el material anteriormente descrito con las jugosas observaciones de Joan Baez (tan lúcida como siempre) o del propio Dylan (con una terrorÃfica sentencia final).
En definitiva, una nueva obra maestra que no hay que perderse. Deseando la edición en dvd con los cortes musicales en pase único, ¡para echarse a temblar!! ¡Ojalá pronto!.
Totalmente de acuerdo en cómo subrayas la trascendencia de aquella gira y de la obra lograda por Scorsese. Mi aplauso.
Muchas gracias, Miguel. El tiempo ha contribuido a darle la trascendecia que tuvo, y la pelÃcula de Scorsese refleja perfectamente la magia de lo que estaba ocurriendo.
Un saludo