Texto. Griffin Jazz.
Fotos: David Moya. El Osombroso en varias actuaciones, 2016-2019.
Badlands: término geológico descriptivo que alude a tierras baldÃas o yermas, un tipo de paisaje de caracterÃsticas áridas y de litologÃa rica en lutitas, extensamente erosionado por el agua y el viento debido a la falta de vegetación. A menudo es difÃcil caminar por ellas. Dependiendo de las sucesiones sedimentarias que las conformen, estas tierras pueden presentar una espectacular y muy rico espectro cromático, del negro azulado al blanco o el rojo intenso.
No es fácil caminar por un paisaje dominado por cárcavas, barrancos, cañones, grandes pendientes, rasgos tÃpicos de este tipo de formaciones geológicas, pero no puede ser más enriquecedor y satisfactorio culminar un trayecto y disfrutar del paisaje y de sus singularidades en el escenario natural de la Depresión de Guadix. Algo similar ocurre con ese fruto de su tierra que es El Osombroso y Sonriente Folk de las Badlands, la banda de Benalúa, una formación que va mucho más allá del rock, del blues, del folk o de cualquier estilo convencional, para ofrecer un producto complejo e inevitablemente unido al contexto fÃsico en el que se origina que culmina con esa declaración de amor que es «Nunca me llegué a marchar», tema incluido en su recién publicado «No es paÃs para jóvenes», un combo sin precedente alguno hasta que irrumpieron en la historia musical de esta ciudad
Que las ramas no impidan ver el bosque: escondida tras una imagen pretendidamente desenfadada y un carácter jocoso y festivo, se esconde un proyecto de hondo calado y de largo recorrido. La banda se origina en 2013 con un poderoso y creativo eje nuclear, Isaac Fernández Cruz y Antonio Travé «El Oso de Benalúa», dos talentos naturales polifacéticos y con ya larga trayectoria, embrutecidos musicalmente a base de escuchar a Big Bill Broonzy, Slim Harpo y Casey Will Weldon. Pronto Isaac Fernández ocupa predominantemente el espacio compositivo y El Oso el de la producción y el apartado técnico, incorporando de inmediato a la formación lo que va a ser su esqueleto fundamental desde el comienzo de su andadura, un grupo de excepcionales músicos, muy diferentes y singulares, que vienen a aportar su propia personalidad y a enriquecer la formación con sus influencias musicales particulares; el baterÃa Antonio Pelomono, el bajista Daniel Gominsky y el mandolinista Francisco Molina.
Con carácter fundamentalmente acústico, editan su primer cd homónimo en 2015 en el que ya se encuentran algunas claves de su música: las raÃces del roots americano (country y blues son sus ingredientes fundamentales) y el folklore local, con unas letras muy creativas capaces de incluir desde anécdotas e historias pequeñas («AnÃs del mono» o «14 Bloody Marys», a dÃa de hoy todavÃa piezas esperadas en sus directos) hasta crÃtica social de carácter global («Vota a Clint Eastwood») y constantes alusiones a héroes del calibre de Eastwood, Johnny Cash, Bud Spencer o Leadbelly. Y no faltan piezas fundamentales ya desde el principio, como «Un rey capaz de llorar viendo Dumbo», una de las lÃricas y más sensibles creaciones de su repertorio.
En estos primeros años de su singladura se produce la conexión con otros dos elementos que vendrán a ser importantes en el universo de El Osombroso, una correspondencia que va más allá de los profesional y que se sumerge en la propia idiosincrasia de la banda; su relación con el ilustrador El Ciento, que se encargará del artwork de todas sus producciones, consiguiendo captar a la perfección su singularidad y siendo fundamental en su iconografÃa, y el sello granadino Sociedad Fonográfica Subterránea, que en 2017 edita su siguiente trabajo en formato LP + CD: «Gloria o manicomio».
En «Gloria o manicomio» se incorpora Raúl Bernal añadiendo órgano, piano y acordeón a las composiciones de El Osombroso, enriqueciendo un sonido que llegó a catalogarse de «ópera western» y que incidÃa sobre acontecimientos basados en hechos reales, su irresistible pasión por el costumbrismo, como «El hombre que se bebió su mula», y otras que perfectamente pudieran haberlo sido, como «El romance de Juan Llorón y Elvira Heredia».
«Gloria y manicomio» ofrece un humor absurdo y a veces surrealista, es un disco con carácter festivo (muy singular el calypso «Rockeros en la playa») pero de nuevo va mucho más allá, la banda se remanga y entra al trapo de la denuncia social (la dylaniana «Barrena Plana» o la propia «Gloria y manicomio»), con referencias al western (Leone, Morricone) y contraculturales, como la de Kurt Vonnegut y su «La vida no es manera de tratar a un animal» en «Salvaje (la rata)». O directamente un instrumental que en el tÃtulo aúna referencias a la cultura pop y localismos, como la fascinante «Bud Spencer con los blues del atardecer en las alamedas de BejarÃn», un homenaje no disimulado a The Sadies, una de las bandas contemporáneas referentes de El Osombroso.
Dos temas destacan y coronan este fantástico disco, «La astrofÃsica y el hojalatero» en clave Honky Tonk y la épica suite con aroma Laurel Canyon «La fiebre del oro», contundente pieza country rock que en directo se enriquece con un fabuloso desarrollo instrumental y que supone la primera colaboración de la banda con Tony Molina.
En 2021, de nuevo editado por la Sociedad Fonográfica Subterránea y de nuevo ilustrado de forma ejemplar por El Ciento, masterizada por Carlos DÃaz se publica su nueva colección de canciones: «No es paÃs para jóvenes». Un titulo que de nuevo aúna conciencia social y referencia literaria, en este caso aludiendo al universo desolador, a veces apocalÃptico y siempre crepuscular de Cormac McCarthy. Se trata de un trabajo minuciosamente elaborado; desde que se empezó a gestar la idea inicial, más de dos años ha durado el proceso creativo que ha incluido una elegante producción en los estudios de Benalúa y que ha dado como fruto un disco maduro, cálido y de sabor agridulce, pero a la vez vibrante y rico en influencias y matices.
Musicalmente la principal novedad es la presencia como miembro oficial de la banda del guitarrista Tony Molina (Elemento Deserto, Supertrowler), un salto hacia adelante en una instrumentación más compleja y detallista. En una crónica aparecida en Ruta 66 nº 396, el crÃtico Marce Becerring apunta que «El nuevo disco es la particular sublimación de su folk de las malas tierras en forma de obra definitiva, la que los confirma como el grupo más singular de Despeñaperros para abajo», añadiendo Isaac Fernández que «El humor es una herramienta muy poderosa y creo que en general poco utilizada en el mundo de la música, sirve para ridiculizar lo sagrado, denunciar injusticias o expresar el más absoluto de los desprecios». El humor, la ironÃa, y la denuncia explÃcita, presentes en toda la obra del Osombroso, son de nuevo el hilo conductor de las aventuras que se van sucediendo, quizá de una forma todavÃa más descarnada, en clave country & western («Viejo 97»), tex-mex (la delirante «El narcocorrido de las Badlands») o garage psych (la excitante «Miedo y asco en Zihuantanejo»).Â
La épica y el espÃritu de Dylan, Neil Young o Guy Clark están más presente que nunca en «Mi caballo tenÃa sed» o «Varoufakis», temas donde asoma un aspecto más agrio que dulce, en los que las cicatrices dejadas por los acontecimientos a los que asistimos cada dÃa quedan de manifiesto. En «Nunca os dejaremos caer», otro de sus grandes temas, se intuye el espÃritu lÃrico del gran songwriter español José Ignacio Lapido y queda de manifiesto que el amor es finalmente el único refugio y salvación («Perdido en esta negra inmensidad / entre el enebro y el nopal / solo tú me podrás salvar).
De entre todas las composiciones del disco, quizá el momento estelar sea «Nunca me llegué a marchar» (No tuve otra opción / aunque tuve que largarme / pero mi corazón nunca se llegó a marchar / lejos de esta ciudad / de este páramo yermo / lejos de esta ciudad), alcanzando El Osombroso su más alta cota compositiva y pasando a ser probablemente su más destacado himno de amor y respeto a su origen.
Las adaptaciones de piezas populares sirven para comienzo y fin de la aventura, de carácter local («Ahora voy a cantar yo», popular castellana por Agapito Marazuela) o americano («RÃo de Whisky», adaptación de Little Stream of Whiskey de Burnett and Rutherford), aunque conviene no dejar escapar el bonus tracks sorpresa fuera de créditos, que sirve para coronar un disco realmente brillante.
Con larga carrera por delante, no deja de resultar satisfactorio que el rock en Granada disponga de una generación de músicos tan notable que, a buen seguro darán muchas satisfacciones en los próximos años.
Formación actual:
-Isaac Fernández Cruz: Driving South.
-Antonio Travé (El Oso): Chicken congress, Elemento Deserto, Araaapaloosa.
-Daniel DÃaz: Éstevez, Manu Ferrón.
-Antonio Molina Moya: Elemento Deserto…
-Antonio GarcÃa (Pelomono): Pelo Mono, Malcamino, Harakiri, Los fabulosos macarrones
-Raúl Bernal: Loquillo, Lapido, Jean Paul, Dolorosa.